Documentación complementaria
Proyecto de intervención del ministro Héctor Timerman, en la ceremonia de condecoración al Sr. Cruz Melchor Eya Nchama
Palacio de San Martín, Buenos Aires, 6 de junio de 2014
Señor Cruz Melchor Eya Nchama,
Abuelas y Madres de Plaza de Mayo,
Representantes del movimiento de Derechos Humanos,
Cuerpo diplomático presente,
Amigas y amigos:
Es para mí un honor presidir este acto de reconocimiento a un luchador por los derechos humanos como Cruz Melchor Eya Nchama.
Hoy es un día muy especial para el movimiento de derechos humanos de la República Argentina.
Tengo el orgullo de representar a un gobierno que ha erigido los derechos humanos como política de Estado, cuya piedra fundacional ha sido la erradicación de la impunidad por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la etapa más oscura de nuestra historia reciente.
En todo cuadro masivo y sistemático de violaciones de los derechos humanos, sin importar la escala, el contexto histórico-político o las modalidades que adopte, encontramos siempre actores principales: los perpetradores, los colaboracionistas, los indiferentes, las víctimas, los familiares y los justos.
Hoy rendimos homenaje a uno de esos justos. Alguien que desinteresadamente demostró que la solidaridad es también una cara de la humanidad como respuesta al horror.
Lo hacemos condecorando a Cruz Melchor Eya Nchama, por su generosa solidaridad, por amplificar la voz de nuestro movimiento de derechos humanos, por el apoyo comprometido que tanto Abuelas de Plaza de Mayo como el pueblo argentino no olvidarán.
Cruz Melchor conoce de cerca la lucha contra la desaparición forzada de personas. Lucha que en nuestro país fue iniciada por madres, padres y familiares de desaparecidos, por dirigentes políticos, sacerdotes, académicos y referentes de la cultura durante esa trágica etapa de nuestra historia que fue la dictadura.
Hubo quienes, gracias a su participación en los mecanismos internacionales de protección de derechos humanos, prestaron apoyo a aquellos que no podían ser escuchados en los foros internacionales, a quienes querían denunciar las atrocidades del gobierno militar pero no tenían acceso al sistema que en ese momento era mucho más cerrado para los integrantes de la sociedad civil.
Por esa razón, la Argentina le asigna especial relevancia a los mecanismos de protección de los organismos multilaterales, por tratarse de instrumentos que sirven a aquellos que no cuentan en sus países con un sistema adecuado de justicia al que recurrir frente a violaciones de derechos humanos.
Cruz Melchor sufrió en primera persona y ayudó a otros en su defensa de los derechos humanos. Nacido en Guinea Ecuatorial, es un hombre polifacético, luchador por la democracia en África, destacado intelectual, escritor, activista de los derechos humanos, juez y político en Ginebra, su ciudad de adopción.
En los años setenta Eya Nchama llega a Suiza como refugiado y en la década del '80 toma contacto con las Abuelas, en un contexto en el que éstas eran hostilizadas por los representantes de la dictadura militar argentina, que las acosaban y les impedían el acceso a la sala de la entonces Comisión de Derechos Humanos y amenazaban a las ONGs que quisieran acreditarlas o hablar en su nombre.
En 1981, el Movimiento Internacional por la Unión Fraternal entre las Razas y los Pueblos, organización en la que el Sr. Eya Nchama era activo miembro, pudo hablar en nombre de las Abuelas y a partir de 1982 pudieron ser ellas mismas quienes, a través de esta ONG con estatus consultivo en Naciones Unidas, transmitieron su mensaje a la comunidad internacional de manera casi ininterrumpida hasta principios del año 2000.
Gracias a su activismo, Cruz Melchor logró llevar la voz de las Abuelas de Plaza de Mayo ante la Comisión de Derechos Humanos, antecesora del actual Consejo de Derechos Humanos. De esta manera, sumó su nombre al de otros que participaron desde el interior mismo de las Naciones Unidas en sus esfuerzos de lucha contra las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en nuestro país.
Eya Nchama estuvo siempre del lado de las víctimas, apoyando su búsqueda de verdad y justicia en los foros internacionales y poniendo la ONG en la que se desempeñaba a disposición de las organizaciones argentinas que necesitaban apoyo de la comunidad internacional, sin ceder en ningún momento ante las presiones de los representantes de la dictadura.
Hoy la Argentina se encuentra en un nuevo momento histórico, producto de la madurez de sus instituciones democráticas y de la voluntad política que desde 2003 demostraron primero, el Presidente Néstor Kirchner, y luego la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. A ello, debemos sumar la lucha incansable del movimiento de los derechos humanos, del que las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo son las más conocidas representantes a nivel internacional.
Muchos años debieron transcurrir para que en la República Argentina se removieran todos los obstáculos jurídicos que permitieron identificar y sancionar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad, como la desaparición forzada de personas, reabriendo causas judiciales en todo el país, con tribunales ordinarios, juicios orales y públicos y con las plenas garantías del debido proceso.
En ese contexto, el ejercicio de la memoria colectiva es fundamental para garantizar el proceso de verdad y justicia que vivimos. Y el derecho a la verdad queda plenamente garantizado cuando toda la sociedad puede conocer el contexto, las razones, los actores y las modalidades que intervinieron durante los cuadros de violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos. Por ello se creó el Archivo Nacional de la Memoria, que tiene por objeto el archivo, sistematización y análisis de la información producida respecto al terrorismo de Estado.
Hemos procedido a desclasificar documentos del archivo histórico de la Cancillería de aquella época, muchos de los cuales dan cuenta de los debates y discusiones en los organismos internacionales sobre el caso argentino y ese capítulo de historia tiene a Cruz Melchor también como un protagonista.
Estos documentos desarchivados nos recuerdan por ejemplo que en agosto de 1976, la diplomacia de la dictadura pedía en la sala de la Subcomisión que examinaba las denuncias sobre desaparición forzada, que echaran de la sala a Rodolfo Matarollo, quien hablaba frente a la subcomisión en nombre de la Comisión Internacional de Juristas. El Embajador de entonces los calificaba de terroristas y que difundían información falsa. Y luego hizo gestiones y logró que no se renovara el mandato como Director del Departamento de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a Theo Van Boyen.
Pero gracias a personas como Cruz Melchor los familiares –muchos de los cuales hoy están aquí con nosotros–, pudieron seguir hablando. Y a pesar de que ya cosechaban apoyos en todo el mundo, en la Cancillería se recibía un cable de la Misión Permanente de la Argentina en Ginebra del 9 de febrero de 1980 que decía, y cito: «ayer 8 un grupo de señoras que se decían argentinas relacionadas con supuestos desaparecidos distribuyó en Palacio Naciones un folleto de 24 páginas titulado Argentina, mientras haya desaparecidos y detenidos por razones políticas el pueblo argentino no conocerá la paz... debajo de lo señalado hay dos fotos de 10x15 mostrando mujeres en manifestación portando sendas fotografías y carteles con leyendas tales como “queremos saber donde están nuestros hijos”.»
Hoy la experiencia argentina nos lleva nuevamente a los foros internacionales, pero tenemos el orgullo de estar allí colaborando con el desarrollo progresivo de los derechos humanos, impulsando iniciativas que permitan luchar contra la desaparición forzada de personas, el derecho a la verdad, el uso de genética forense en el campo de los derechos humanos y la lucha contra la discriminación.
Las múltiples acciones de nuestro país en materia de derechos humanos en la actualidad sólo pueden entenderse a partir de nuestro propio proceso de memoria verdad y justicia. Y en ese camino, tenemos hoy el orgullo de recibir a Cruz Melchor Eya Nchama en una Argentina democrática, respetuosa y líder en derechos humanos para rendirle un merecido homenaje, que se expresa en esta Condecoración.
Muchas gracias.