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Guillermo García Pérez

Covadonga, Cueva de Isis-Atenea

Pentalfa, Oviedo 1992

ISBN 9788478484539 · 210×130 mm · 234 pgs
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Covadonga, Cueva de Isis-Atenea, trata sobre el origen y significado de la palabra «Covadonga», así como de otros asuntos historiográfico-nacionales relacionados con el santuario del mismo nombre. Es posible que el lector se encuentre con algunas afirmaciones sorprendentes, pero los datos e ideas que se presentan proceden en gran medida de la bibliografía manejada por el autor e incluida al final del texto. No cabe duda de que no se han probado del todo algunas de las complicadas tesis defendidas, pero también es cierto que se han puesto en entredicho, por inconsistentes o endebles, otras tantas que durante mucho tiempo venían viendo aceptadas de forma generalizada.

Guillermo García Pérez (Quintanas Rubias, Soria 1942) estudió Ingeniería, Economía, Sociología, Ciencias Políticas y Organización industrial en la Universidad de Madrid, donde se doctora en Economía. En 1970 obtiene la cátedra de Economía Política de la escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Zaragoza, trasladándose en 1975 a la Universidad Politécnica de Barcelona. Desde 1980 imparte clases simultáneamente de Organización, Economía y Derecho en la Politécnica de Madrid. Entre 1970 y 1980 se dedica intensamente –continuando así su activismo político como estudiante y PNN– a la reconstrucción de las organizaciones socialistas (PSI, UGT y PSOE). Su afán por viajar le ha llevado a conocer diferentes países, estudiando en ocasiones sus culturas y lenguas correspondientes. Entre sus publicaciones cabe citar: Curso de Problemas de Mecánica (1967), La Economía y los reaccionarios (1974), Guía de las rutas del Cid (1988), Elpha. Ocho estudios sobre el «Cantar de Mio Cid» (1992), además de sus «Materiales docentes» (1971-1992).

En el último capítulo del libro, el autor concluye:

«La etimología 'oficiosa' –generalmente aceptada– de Covadonga se basa en un error de lectura.
Onga es el nombre fenicio de la diosa-madre, fundadora de la civilización griega y, por consiguiente, occidental. Este nombre es conocido como poco desde mediados del siglo VIII aC (La Tebaida). Está registrado desde el año 467 a. d.n.e. (Los siete contra Tebas). Y procede, al parecer, de la Edad de Bronce (fundación de Tebas, 1585; &c.). Una tradición discontinua, y mal conocida, pero efectiva, ha permitido que llegase hasta nosotros por distintos caminos (toponimia, onomástica personal, literatura clásica).
En la España medieval existen por lo menos entre tres y cinco lugares de origen prerromano llamados Covadonga o Celladonga.
El habla de los naturales, los primeros documentos conocidos, los autores medievales y modernos más solventes, y el análisis lógico e histórico del fenómeno indican que, en nuestro caso, la lectura más correcta es Cova-d'-Onga, que interpreto como Cueva dedicada a la diosa Onga.
Onga, La Antigua, La 'Señora', 'Nuestra Señora', se corresponde históricamente, en términos más o menos amplios, con Isis, Astarté, Tanit, Pallas, Athenea, Minerva, Afrodita... Venus... Santa María, &c.
La sustitución de Isis, por Santa María, que cuenta con precedentes conocidos en todo el mundo mediterráneo, se produjo al parecer igualmente en lo que hoy es Asturias, a juzgar por los varios indicios conservados: Covadonga, Bal-Onga, Bel-Ongo (Veloncio), Santa María de Bel-Monte (N.S. de la Leche, ' Virgen y Madre', 1170), Oviedo (Virgen morena, N. S. de la Luz, Leche de N.S.), N.S. de la O (Virgo partiturae), &c.
La explicación acuñada por el asturiano R.M. Pidal (Covadonga, Cova Dominica; Cova-Donga, Cova Domina, Cueva de Santa María) procede –como más pronto– de hacia el año 900 y pudiera deberse a un error de interpretación por parte de los autores medievales asturianos, ya que, contra lo que dice E. Huerga, en su guía de Covadonga (1979), 'Domina' y 'Nuestra Señora' se aplicaron, sobre todo, según evidencia la epigrafía mediterránea, a Isis, Astarté, Tanit, &c. (Vid. Bibliografía). Sólo mucho más tarde, al parecer después del siglo X, se transfirieron estos apelativos a la madre del Christos (San Salvador, San Redentor, &c.), la cual, en los cartularios mencionados, sigue apareciendo como Beata María en las primeras décadas del siglo XI. Ni siquiera en el 'Cantar de Myo Çid' (siglo XII) se le llama 'Nuestra Señora'.
Hasta finales del siglo XI no hubo tallas de María en Europa (E. Sabbe, E. Mâle). El culto a María en Asturias comienza, como más pronto, en la segunda mitad del siglo IX. No es, por tanto, verosímil que existiese culto en Covadonga, a su nombre, antes de esas fechas. Ni en ninguno otro lugar de su entorno.
Pero, si atendemos a las condiciones de contexto que han quedado esbozadas, cabe también la posibilidad de que la etimología oficiosa proceda de una tergiversación interesada: de un episodio más del proceso medieval de sustitución de las deidades antiguas por las deidades cristianas, que fue particularmente intenso en Asturias: 'No hubo risco ni hondonada –dice el abad Antonio Viñayo– en que no se pusiera un lugar sagrado bajo el amparo de la Madre de Dios'.»

 

Índice

Introducción, 15
Deficiencias de las etimologías tradicionales, 17
En busca de una explicación consistente, 23
Covadonga, ¿voz reciente o antiquísima?, 29
Onga, nombre conocido desde la Edad del Bronce, 31
Onga en la literatura clásica, 45
La transmisión de las obras que mencionan a Onga desde la Antigüedad hasta la Edad Media, 63
Las concepciones mitológicas sobre el origen de España en la Edad Media y en el Renacimiento, 67
Las relaciones de Alfonso X con Covadonga, 71
Algunos datos geográficos, toponímicos e históricos del entorno de Covadonga, 75
El origen de la civilización griega y el origen griego de la leyenda de Covadonga, 87
Isis, Onga, María. ¿Un caso más de superposición de cultos?, 103
Del cambio de culto al cambio de nombre, 119
Las otras Covadongas-Oña, 129
Conclusiones lingüísticas, 161
Bibliografía, 165
Indice onomástico, 219